El camino para lograr un trabajo de por vida

Cinco extremeños explican qué métodos usaron, cuánto tiempo tardaron y los obstáculos que superaron hasta convertirse en funcionarios

Una carrera de fondo. Así definen los funcionarios el proceso de oposición al que se enfrentaron antes de lograr su plaza. Sin embargo, no coinciden en el método de estudio, ni en las horas empleadas, ni en el tiempo que tardaron en conseguir un trabajo para toda la vida. En nada de eso tienen las mismas respuestas. Parece que no hay reglas escritas y lo que uno puede tardar años en alcanzar otros lo hacen en meses. Así lo cuentan algunos de los 90.000 extremeños a los que les paga su nómina la Administración pública. Son casi el 25% de la población ocupada en la región. También lo explican los encargados de ayudarles a tener éxito en ese camino.

Roberto González lleva 25 años al frente de una academia con sede en Badajoz, Mérida, Cáceres y Don Benito. Actualmente medio millar de alumnos tienen depositadas sus ilusiones en su centro de formación. Sus respuestas sirven para acabar con muchos de los mitos que existen en torno a las oposiciones.

«Como regla general lo mínimo que se tarda en sacar una oposición es un año y eso si hablamos de grupos para los que no se necesita una titulación superior. Cuando la formación que requieren es más alta el tiempo aumenta y se sitúa en dos años, aunque como en todo puede haber excepciones y en eso juegan un papel importante las situaciones personales. Por ejemplo, que no trabajen y se dediquen al estudio diariamente o que acaben de terminar la carrera y tengan un hábito de estudio muy asentado», asegura González, quien también apunta a que «no existe ninguna oposición más sencilla que otra».

Los expertos dicen que para aprobar una oposición se necesita como mínimo estudiar un año

Cree que no se puede analizar la dificultad de las pruebas teniendo en cuenta solo el temario y la titulación. Pone ejemplos. «Para ordenanza solo son 15 temas y el requisito académico es tener el graduado escolar. Eso puede ser muy asequible, pero no es tan sencillo porque se presenta mucha más gente y las notas de corte suelen ser muy altas», explica.

También aporta recomendaciones que se deben seguir. «El opositor que no esté trabajando debería tomárselo como un empleo», matiza. Alude a ocho horas de estudio diarias. «Cuando se tiene que compatibilizar con el trabajo, deben jugar con la calidad y no con la cantidad, es decir, si solo tienen dos horas disponibles hay que aprovecharlas al máximo», comenta.

Reconoce que este proceso es una carrera de obstáculos. «Hay mucho esfuerzo, sacrificas tu tiempo de ocio y familiar y cuando llega el día del examen los nervios te pueden jugar una mala pasada. Tienen que ser conscientes de que eso ocurre para tolerarlo y seguir hacia delante», afirma Roberto, que también lamenta que haya factores que no pueden controlar ni los preparadores ni los opositores.

Se refiere a la incertidumbre que viven cuando la Administración pública no cumple los tiempos establecidos o hace recortes en el número de plazas que oferta. Los mensajes que lanzan los responsables políticos también contribuyen a ello.

Procesos de 12 meses

El último ejemplo en la región se dio hace una semana cuando la directora general de Función Pública de la Junta, Carmen Vicente, reconoció que es «prácticamente imposible» cumplir el plazo de doce meses establecido en la Ley de Función Pública para resolver los procesos de oposición, por lo que no se descarta ampliarlo.

«Esa norma aprobada en 2015 con el apoyo unánime de todos los diputados de la Asamblea de Extremadura, que también establece que las convocatorias de los procesos selectivos deberán contener el calendario para llevar a cabo las pruebas, no se ha cumplido en casi nada. Eso se hizo para acabar con la incertidumbre que generaba en los opositores, que son personas que también tienen cargas familiares. Es una pena que no se esté llevando a cabo», apunta González.

En otros casos las convocatorias incluso acaban en los tribunales. De hecho, recientemente la Diputación de Cáceres ha paralizado las oposiciones para 32 plazas de conductores-bomberos hasta que se resuelva un contencioso. El proceso se reanudará una vez que la justicia se pronuncie sobre un recurso presentado por uno de los aspirantes relacionado con un apartado de las bases de la convocatoria en el que se establecen los baremos para puntuar los servicios prestados. Otros cuatro aspirantes habían solicitado también la nulidad de ese apartado por vía administrativa.

Patricia en el Juzgado de Primera Instancia Número 2 de Trujillo.
Patricia en el Juzgado de Primera Instancia Número 2 de Trujillo. /J.S.

Patricia Gutiérrez | JuezaJueza a la primera después de estudiar 325 temas en 20 meses

Con 25 años recién cumplidos, Patricia Gutiérrez aprobó la oposición de juez. Hoy tiene 32 y cuando se le pregunta por las horas de estudio que le dedicó a las pruebas o el método que utilizó le cuesta dar detalles. Lo cuenta después de unos minutos de conversación porque, aunque ella no lo reconozca, es una excepción. No cumple con lo que suele suceder con los que intentan superar una de las oposiciones más complicadas que existen.

La media de tiempo para aprobarla es de cuatro años y medio de estudio diario. Hay muchos que tiran la toalla después de intentarlo varias veces. En su caso, nada de eso pasó. Se aprendió 325 temas en 20 meses y la superó.

«En cuarto de carrera decidí que quería opositar para ser juez», comenta Patricia, que empezó a preparar las pruebas después de finalizar sus estudios de Derecho en la Universidad de Extremadura. «Ese verano intenté disfrutar al máximo por recomendación de mi preparador y empecé a estudiar en octubre. Él me decía que nunca se sabe cuánto tiempo estaría estudiando la oposición», recuerda.

Se presentó a las oposiciones con 25 años recién cumplidos y quedó la décima de todo el país

Le dedicaba entre seis y siete horas diarias el primer año y los últimos meses antes del examen subió a ocho. «Al principio descansaba sábado y domingo y luego ya solo el domingo», reconoce. Además, se reunía con su preparador dos veces a la semana. «Él era el que me iba guiando», añade.

En junio de 2012 hizo la oposición y quedó la décima de todo el país. Las pruebas constan de un tipo test eliminatorio y dos exámenes en los que cada aspirante tiene que ‘cantar’ cinco temas orales en el Tribunal Supremo.

Ahora desarrolla su profesión en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 2 de Trujillo. Antes de llegar a esa localidad, estuvo aprendiendo un año en la Escuela Judicial de Barcelona. Luego hizo prácticas durante un curso académico en los juzgados de Cáceres y trabajó en las localidades de Coria y Don Benito.

Gutiérrez considera que para conseguir buenos resultados en una oposición de esas características, hay que tener claro el esfuerzo que hay que realizar. Sin embargo, asegura que no todo depende de la capacidad para sentarte delante del temario. Lo emocional también influye. «Es muy importante no sufrir durante el proceso, además de intentar hacer un estudio serio dentro de lo posible», explica Patricia, que actualmente prepara a opositores. Cuando se reúne con ellos siempre les recomienda guardar la calma.

Zambrano en una sala de Pediatría del San Pedro de Alcántara.
Zambrano en una sala de Pediatría del San Pedro de Alcántara. /A.M.

Moisés Zambrano | Pediatra«De la convocatoria a la posesión del puesto pasaron más de tres años»

Moisés Zambrano tiene 40 años y es de Fuente del Maestre. Estudió Medicina en la Universidad de Extremadura y se preparó el examen MIR (Médico Interno Residente) durante siete meses en Oviedo. Aprobó y pudo formarse en la especialidad de Pediatría en el Hospital Materno Infantil de Badajoz. Luego hizo otros dos años de Cardiología Pediátrica en el hospital La Paz, de Madrid. En total, más de una década de estudio para convertirse en facultativo.

«En cuanto terminé trabajé en Madrid, luego en el hospital Virgen del Puerto de Plasencia, en Coria y otra vez en Plasencia. Bajas maternales, contratos de guardias y eventuales y una interinidad. Nunca me faltó el trabajo, pero quería estabilidad y quería vivir en Extremadura», explica Moisés.

Hoy trabaja en la planta de Pediatría del hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres. Según detalla, ha esperado mucho tiempo para conseguir esa plaza. La convocatoria se hizo en junio de 2011 y echó la solicitud en ese verano para las oposiciones de la categoría de facultativo especialista de área y la de pediatra de Atención Primaria.

Tras estudiar Medicina, hacer el MIR y una subespecialidad aprobó dos oposiciones

«Durante meses no tuvimos información, no sabíamos cuándo iba a salir la fecha del examen y en junio de 2013 anunciaron que las pruebas serían en los próximos meses de octubre y noviembre», recuerda. Se presentó y vio que todo el proceso se dilataba en el tiempo. Primero una lista provisional de aprobados, luego una definitiva y el concurso de méritos y finalmente el listado y la toma de posesión.

«Eso fue en noviembre de 2014. Desde que salió la convocatoria hasta que tomé posesión del puesto han pasado más de tres años», lamenta Moisés. «Tenemos envidia sana de lo bien que organizan las oposiciones en docencia. Saben que son cada dos años, las fechas suelen estar establecidas, hay academias especializadas y en un mes se resuelve el proceso. En Sanidad eso no pasa y echamos en falta que sea algo más reglado», comenta.

En su caso aprobó las dos oposiciones. «Tenemos el handicap de que las academias no suelen invertir en preparar a médicos especialistas. En mi caso éramos unos 40 para siete plazas», lamenta Moisés, que lo preparó todo sin ninguna ayuda.

«Cuando me preparé el MIR estudiaba entre 13 y 15 horas al día, pero para la oposición, al compatibilizarla con trabajo, solo estudiaba por las tardes. También tenía que preparar las consultas. Ese año no tuve vacaciones. Sacaba tiempo de donde no tenía. También me levantaba a las cinco de la mañana y estudiaba algunas horas antes de entrar a las ocho», reconoce con una sonrisa, consciente de que el esfuerzo ha merecido la pena.

Gallego da clases en Castuera.
Gallego da clases en Castuera. /HOY

Alejandro Gallego | Profesor de Matemáticas«Empecé a presentarme en 2004 a Secundaria y saqué la plaza en 2010»

Alejandro Gallego (abril de 1976, Castuera) es licenciado en Ciencias Matemáticas por la Universidad de Sevilla. Tras terminar la carrera, empezó a trabajar en una academia para impartir clases particulares en la capital hispalense y seguidamente dio clases en colegios concertados de Madrid, Badajoz y Ronda (Málaga). «Me presenté por primera vez a unas oposiciones para ser docente de Secundaria en el año 2004 y conseguí la plaza en 2010», comenta Alejandro antes de describir cómo fue un proceso cargado de kilómetros de coche, dificultades para conciliar su vida laboral y familiar, paciencia y muchas horas de estudio.

Primero se presentó en Andalucía y luego en Extremadura. «Compré el temario y me preparé por mi cuenta. Siempre lo he hecho sin ayuda de academia. Estudiaba unas ocho horas diarias de lunes a viernes y algunos fines de semana también. He tenido la ventaja de que mi mujer es profesora de Matemáticas y ella ya se había sacado las oposiciones. Eso me sirvió de mucha ayuda», reconoce.

La primera vez que lo intentó aprobó, pero la falta de puntos relacionados con el tiempo trabajado hizo que no consiguiera plaza. En 2006 probó suerte en la región extremeña. Aprobó la parte teórica y la práctica, pero la lectura de la programación la suspendió. Sin embargo, sí se posicionó bien en la lista de interinos y empezó a trabajar con vacantes de un curso entero en diferentes municipios.

Pasó por institutos de Plasencia, Hoyos y Castuera. En 2008 volvió a presentarse y se quedó a las puertas de conseguir la ansiada plaza. Unas décimas lo impidieron. En 2010, había 17 puestos y quedó en la séptima posición.

«Hice el año de prácticas y hasta 2017 estuve en expectativa de destino», detalla. Le tocó Ceclavín, una localidad cacereña a 200 kilómetros de Castuera, su pueblo natal y donde vivía con su familia.

«Pedí comisiones de servicio por cuidado de hijos pequeños y nunca tuve que ir a Ceclavín, así que trabajaba en la zona de la Serena. Así hasta que he logrado que mi plaza esté en Cabeza del Buey. Sin embargo sigo en Castuera porque soy secretario del instituto y tengo una comisión de carácter docente preferente», explica Alejandro, que tiene dos niños de nueve años.

Asegura que el camino no ha sido fácil. Apunta a que lo más complicado ha sido conciliar la vida laboral y familiar para poder estar cerca de su familia. «El miedo y la intranquilidad de no saber si puedes estar cerca de tus seres queridos lo tenemos el 75 por ciento de los profesores que trabajan en Extremadura», concluye.

Sibely en su trabajo. ::
Sibely en su trabajo. :: /A.M.

Sibely Montero | Celadora«Trabajaba ocho horas al día en turno partido y estudiaba por la noche»

Sibely Montero decidió opositar porque en su casa tenía un ejemplo de una trabajadora de la Administración pública y de un empleado de la empresa privada. En su día a día era testigos de las diferencias. «Sus vidas diferían bastante», reconoce esta cauriense de 36 años que, tras estudiar tres años la carrera de Historia, decidió dejarla.

Estaba trabajando en una agencia de viajes cuando empezó a opositar a celadora del Servicio Extremeño de Salud (SES). «Trabajaba ocho horas diarias a turno partido y estudiaba por la noche. Los fines de semana no tenía amigos, ni novio, ni familia. Lo dedicaba todo a la oposición», recuerda.

En junio de 2014 se presentó al examen y aprobó con un 7,87. Ella no tenía puntos por tiempo trabajado ni por cursos, por lo cual su nota no fue suficiente para obtener la plaza. Sin embargo, sí le ha permitido trabajar en centros hospitalarios de Cáceres durante los últimos meses de 2019 y 2020.

El año pasado hubo otra convocatoria y en esa ocasión logró un 9,14. A eso se le sumaban los cursos que ya sí había realizado y el tiempo trabajado. «La toma de posesión de plazas aún no se ha hecho, pero en la previsión que sacan los sindicatos estoy en la posición número 199 y hay 312 puestos. Ahora están en periodo de reclamaciones y puede haber variaciones», aclara. Ella espera que el llamamiento para la adjudicación se realice el próximo mes de junio. Espera que esos trámites salgan según lo previsto después de todo el esfuerzo que ha realizado.

«En estas oposiciones no entra ninguna persona inculta, aunque sean de un grupo para el que no se necesita una titulación superior. Se aseguran que el que aprueba esté formado», recalca.

En su caso estuvo preparándose en la academia Cum Laude con un método que según explica «ayuda mucho al opositor». Se trata de un programa informático a través del cual hacen test de 25 preguntas relacionadas con el temario.

Miguel Ángel es de Badajoz y actualmente trabaja en Cáceres.
Miguel Ángel es de Badajoz y actualmente trabaja en Cáceres. /L.C.

Miguel Ángel Flores | Orientador educativo«Tras 14 años opositando, cuando logré la plaza tuve que reestructurar mi vida»

Miguel Ángel Flores (septiembre de 1981, Badajoz) es graduado en Magisterio y Psicopedagogía. También tiene varios másteres sobre Educación. Su objetivo siempre fue conseguir una plaza de profesor de Secundaria.

Empezó a prepararse en 2004 y, aunque superaba las pruebas, no fue hasta 2018 cuando logró la plaza. «Un año me quedé a una sola décima», recuerda.

Tiene su puesto en el instituto Tierrablanca de La Zarza (Badajoz), pero actualmente trabaja en el Equipo de Orientación de Trastornos Graves de Conducta, en la capital cacereña.

«Lo más difícil es sacar fuerzas para estudiar y que la gente lo comprenda. Es lo que llamamos la soledad del opositor», reconoce.

Para él, pasar por todo el proceso se convirtió en una forma de vida. Tanto es así que cuando obtuvo el puesto incluso llegó a sentir «un cierto vacío». Usa esa palabra para explicar que tras 14 años opositando, cuando logro la plaza tuvo que reestructurar su vida. «Antes todas mis decisiones giraban en torno a la oposición. Hoy ya me he acostumbrado», matiza.

https://www.hoy.es/extremadura/camino-lograr-trabajo-20200126134700-nt.html